es la nochecita
y en las terrazas se asoman los chicos
prenden churros viendo la luna
con una sonrisa (de una oreja a la otra)
por adentro reconocen la mentira:
/
/
si, son refugiados de la tranquilidad
lamiendose las heridas con los ojos salidos
sentados en La Pampa crónica
/
entregando mi fruto, que es la efectividad de la realidad
haciendo funcionar esta maquinita
miro la luna, observando mi colocón
Es la bencedrina podrida/
Y sueño los ecos de una lata de tomates oxidada; en ella me desangro, gritando y escuchandome gritar.
Por eso, ecofractal, me largo a llorar, me largo a llorar, con tormenta a la tarde.
Suena a madera, suena a fuego y chispamadera en Uruguay:
calor, mientras afuera se vuela la tormenta de verano.
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